Muy barato: ésa es es su principal baza, junto con su emplazamiento privilegiado. Sólo por estar entre esos montes, merece la pena. El hotel en sí responde a un tres estrellas clásico, funcional y sin ningún tipo de lujo o añadidos placenteros. Más bien destaca por su austeridad que, en el caso de la comida, alcanza sus cotas más elevadas: un pobre menú del día, una barra sin alicientes y un escasísimo desayuno bufé. La habitación, por el contrario, amplia, cómoda y muy limpia.
Estancia en el hotel: Noviembre 2009